Es cierto que hemos descuidado un poquito este blog, pero no ha sido por ausencia de posibles contenidos a publicar. Tenemos, por ejemplo, una buena noticia en La Tribu: Boris Rudeiko (Manuel) ha publicado su tercer volumen de cuentos: Otras cosas que no te conté.
Zoquete nos deja sus
impresiones en un comentario que vale la pena leer, por su clara y precisa
interpretación de las razones por las que estos treinta relatos son
disfrutables de principio a fin:
«En Cosas que nunca confesé a nadie el autor, Manuel Navarro Seva, nos
regalaba las reflexiones y pensamientos íntimos de quien observa la
cotidianidad con una ingenuidad casi infantil, que no implica que evite asuntos
de calado o adultos, antes al contrario. Se trata de una capacidad de
observación carente del tradicional cinismo de quien está de vuelta de todo,
una mirada que diría casi pura y, por tanto, con grandes dosis de magia.
La misma impresión me ha
invadido con Otras cosas que no te conté,
lo que podríamos considerar una continuación o segunda parte de aquellos
primeros relatos.
Me ha vuelto a pasar: no
sé describirlos, no sé indicar cuál es el hilo conductor, ni las revelaciones
que nos aporta el autor, más allá de lo que, para casi cualquier otro mortal,
serían anodinos pasajes de sus vivencias, que a nadie deberían interesar.
Sin embargo, he vuelto a
devorar esta su última entrega con la misma devoción de quien cae en alguna
extraña adicción, pues así puede definirse la antología: un rosario de
anécdotas que, ya sea por su brevedad, por la cercanía, por la calidez y
amabilidad que desprende, o por los matices con que está regada, nos mantiene
absortos en su lectura hasta llegar al trigésimo relato, el último de la
colección.
Con todo, como
percepción muy subjetiva, este trabajo me ha causado una sensación extraña, a
diferencia del primero, como si estuviera asistiendo al lento gestar de algo
que no sé definir, como imagino el oculto proceso de gestación en una
crisálida, como la preparación de una puesta de largo que evoluciona desde la
interioridad de unos pensamientos al despliegue de historias más osadas, más
extrovertidas.
Así lo he detectado al
leer el séptimo relato «Los restos del abuelo», jovial espiral de imprevisibles
sucesos y personajes, una especie de fiesta coral donde se dan cita variopintos
personajes y sus diversas pulsiones. Así también lo he disfrutado en el décimo
sexto capítulo, «Ginecólogo», donde en apenas dos o tres páginas (eso dependerá
del formato, claro) asistimos a la evolución en el pensamiento y valores del
protagonista. Una delicia de estilo narrativo dinámico y lleno de vitalidad».
Puntos de venta:
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Gracias, tribu. Y muchísimas gracias a zoquete por una reseña excelente. Espero que tenga razón.
ResponderEliminarBesos.
Boris
Claro que tiene razón, Boris. Me encantó esta antología, incluso quizás más que las anteriores (y es decir mucho ☺).
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